La conducta alimentaria es el conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos, a lo largo del tiempo. Implica a la ingesta alimentaria, a los hábitos y sentimientos que se establecen en relación al acto de comer.
Las investigaciones sobre las conductas alimentarias de las personas muestran, por un lado, la fuerte influencia de las preferencias (gustos, sabores) en la elección de un alimento frente a otros; por otro, que las variables psicosociales manejadas por las teorías de las ciencias del comportamiento podrían ser mediadores predictivos para promover los cambios dietarios saludables; y, por último, que las conductas alimentarias son dependientes de ciertas variables demográficas y hábitos familiares. Asimismo, se sabe que las preferencias no son naturales, sino un resultado de los factores genéticos y ambientales que rodean al individuo1.
Las conductas alimentarias se adquieren fundamentalmente en el periodo de 6 a 12 años, pero pueden verse gravemente alteradas en la etapa de la adolescencia2. Los adolescentes suelen saltarse comidas y desarrollar hábitos alimenticios irregulares, con lo que existe riesgo de sufrir deficiencias de algunos nutrientes esenciales, desarrollar trastornos de conductas alimentarias o de llegar a sufrir sobrepeso y obesidad. Los hábitos alimentarios inadecuados que se pueden adquirir en la adolescencia, en la mayoría de los casos, se mantienen a lo largo de la vida adulta y suponen importantes factores de riesgo para la morbilidad y mortalidad de los adultos.3
Se puede decir entonces que existen ciertos aspectos que determinan qué alimentos elegimos y en qué momento. En este sentido, se pueden clasificar en: biológicos (hambre, el apetito y el sentido del gusto), económicos (costo, los ingresos y la disponibilidad en el mercado), físicos (acceso, capacidades personales), sociales (como la cultura, la familia, los compañeros de trabajo y los patrones de alimentación, psicológicos (estado de ánimo, el estrés y la culpa) y otros de actitudes, creencias y conocimientos sobre la alimentación.
Entorno social y factores psicológicos
Las influencias sociales sobre la ingesta de alimentos se refieren a el poder que una o más personas tienen sobre la conducta alimentaria de otra persona, ya sea directamente (compras de alimentos) o indirectamente (aprendizaje a partir de la conducta de otros), y ya se trate de una influencia consciente (transferencia de creencias) o subconsciente. Inclusive cuando comemos solos, nuestra elección de alimentos está dada por factores sociales, porque se desarrollan actitudes y hábitos mediante la interacción con otras personas, que después repetimos.
El apoyo social puede ejercer un efecto beneficioso sobre las elecciones de alimentos e impulsar un cambio hacia una alimentación saludable; este puede venir del propio hogar, del trabajo o amigos. El apoyo social puede incrementar la promoción de la salud mediante el impulso de la sensación de pertenencia a un grupo, así como ayudando a las personas a mostrarse más competentes y eficientes por sí mismas en este ámbito.
Aunque la mayoría de los alimentos se ingieren en casa, cada vez hay una mayor proporción de alimentos que se consumen fuera de casa; por ejemplo, en los colegios, en el trabajo y en restaurantes. El lugar donde se ingiere la comida puede afectar a la elección de alimentos, especialmente en cuanto a su oferta y al entorno social.
Por otro lado, el estrés (la tensión psicológica) es una característica frecuente de la vida actual y puede modificar las conductas que afectan a la salud, como el ejercicio físico, el consumo de tabaco o la elección de alimentos.
La influencia del estrés sobre la elección de alimentos es compleja, y aún en mayor medida a causa de los diversos tipos de estrés que una persona puede padecer. El efecto del estrés sobre la ingesta de alimentos depende de cada individuo, del factor o factores estresantes y de las circunstancias. Algunas personas comen más de lo normal, y otras menos de lo normal, cuando se ven sometidas a estrés.
Los mecanismos que se han propuesto como explicación de los cambios en la alimentación y la elección de alimento motivados por el estrés son: diferencias en la motivación (reducción de la preocupación por el control del peso), mecanismos fisiológicos (reducción del apetito causada por los procesos vinculados al estrés), y cambios de tipo práctico en cuanto a las oportunidades de ingesta de alimentos, la disponibilidad de alimentos y la preparación de las comidas.
En la actualidad, se reconoce que los alimentos tienen influencia sobre nuestro estado de ánimo y que el estado de ánimo ejerce una gran influencia sobre la elección de alimentos. Un hecho interesante es que parece que la influencia de los alimentos sobre el estado de ánimo está relacionada, en parte, con las actitudes hacia alimentos concretos. Muchas personas tienen una relación ambivalente con la comida: quieren disfrutar de ella, pero están preocupadas por su peso, y viven esa relación como una lucha constante. Además, los intentos de limitar la ingesta de determinados alimentos pueden incrementar la apetencia por esos alimentos concretos, conduciendo a lo que conocemos como «antojos».
Las mujeres suelen tener antojos más frecuentemente que los hombres; se dan más antojos en las fases premenstruales, que se caracterizan por ser momentos en los que la ingesta total de alimentos aumenta, a la par que se produce un cambio en el índice metabólico basal.
Palabras BAHN
Las intenciones que se tienen respecto a la conducta alimentaria y la autoconfianza para superar las barreras internas y externas determinan el comportamiento individual. Una manera para poder estabilizar nuestra conducta alimentaria se relaciona con nuestro ámbito interno y el entorno en el que nos encontramos. De manera que, hacernos conscientes de nuestras motivaciones intrínsecas, haciendo registro de ellas como, por ejemplo, escribirlas, hacer un dibujo, componer una canción, crear un plato favorito, contarle a un ser querido qué es lo que quiero conseguir y cómo, etc. es la clave para que a nivel de nuestra memoria y centros reguladores del apetito logremos comprender hacia dónde queremos llevar nuestras conductas. Recomendamos dejar a la vista estos registros con una foto, grabación u otro para poder acudir fácilmente a estos instrumentos que serán el símbolo del compromiso con nosotros mismos.
Por otra parte, el medio externo es una variable sobre la cual no tenemos control, entonces lo fundamental es conocer qué cosas y cómo pueden afectar en nuestra conducta alimentaria. Para ello, necesitamos resguardarnos en las motivaciones internas (previamente definidas y graficadas) para que nos ayuden a fortalecer nuestros valores. Por ejemplo, cuando ocurre un cambio en el trabajo, en la familia o con un ser querido nuestras emociones se desestabilizan inevitablemente, ¿qué hacer frente a ello? Lo primero y más importante es poder expresar emocionalmente lo que estamos sintiendo frente a estos cambios. En segundo lugar, en referencia al contexto nutricional, es necesario que repasemos los para qué estoy haciendo un cambio nutricional “para sentirme con más energía” “para sentirme mejor con mi cuerpo” “para mejorar mi rendimiento deportivo/cognitivo”, entre muchas otras cosas. Entonces, graficamos esto: hago un dibujo o escribo lo que represente este bienestar, este futuro deseado, o invento un plato original que será la representación de estas motivaciones.
Luego, ahondo un poco más y le agrego los valores personales ligados a este para qué, “sentirme con más energía es importante para mí porque me permite estar más contenta en mis actividades diarias”; “sentirme mejor con mi cuerpo es fundamental porque el cuerpo es la representación de mi salud y bienestar”; “el deporte hace que tome fuerza frente a mis miedos”. Ahora sabremos que, a pesar de estar en un entorno complejo y potencialmente desestabilizador, podemos tomar acción sobre otros aspectos de nuestra vida como lo es la alimentación y dirigir nuestras acciones hacia las cosas que nos hacen bien y necesitamos mantener estables frente a esta inquietud emocional. Finalmente, bajo este contexto, es necesario que busquemos ayuda en nuestras redes de apoyo, no aislarnos de manera exagerada, por el contrario, compartir las emociones hará que las intensidades de las mismas se regulen. Recordemos que somos seres sociales que por naturaleza necesitamos formar parte de algo.
Una de las principales cosas que podemos hacer para trabajar en nuestra conducta alimentaria es en aumentar la conciencia de nuestras motivaciones internas (relacionada a nuestros valores) y en gestionar emociones y pensamientos considerando el entorno en el que nos encontramos; recordar que no es recomendable intentar modificarlo o controlarlo, pues es más eficiente fortalecer nuestros valores para que podamos tomar mejores decisiones frente a este ambiente tan dinámico. ¡A sacar fuerza entonces y mantenerse activos en nuestra nutrición!
Citas
1 (Birch, 1999).
2 (González & Merino, 2000).
3 (Schneider, 2000; Southon et al., 1994).
Fuentes
- Dr. Bellisle France, Los Factores Determinantes de la Elección de Alimentos, INRA, Francia
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Benarroch, Alicia, Pérez, Silvia, Perales, Javier Factores que influyen en las conductas alimentarias de los adolescentes: Aplicación y validación de un instrumento diagnóstico. Electronic Journal of Research in Educational Psychology 2011.